La politica
Los líderes políticos -en particular el presidente- pueden tener un enorme efecto no sólo en la política pública (especialmente mientras el Congreso estuvo controlado por el propio partido político del presidente, fue sumiso e hizo cualquier cosa que el presidente deseó), sino también en la opinión pública, especialmente entre sus seguidores.
Considérese este hecho: aun cuando los estadounidenses en general están cada vez más preocupados por el calentamiento global, las encuestas de opinión muestran que los miembros del propio partido del presidente le dan cada vez menos importancia al problema, tal vez porque se sienten naturalmente más inclinados a otorgarle al presidente el beneficio de la duda.
Logica cambiante
La lógica ofrecida por los llamados escépticos del calentamiento global para oponerse a toda acción que pueda resolver la crisis climática ha cambiado varias veces con los años. Al principio, los opositores decían que no había ningún calentamiento global; afirmaban que se trataba únicamente de un mito. Pocos todavía dicen eso hoy día, pero ahora hay tantas pruebas innegables que echan por tierra semejante aserción que la mayoría de los negadores ha decidido modificar su táctica. Ahora reconocen que el planeta se está calentando, efectivamente, pero afirman inmediatamente que eso se debe a "causas naturales".El propio presidente Bush todavía intenta mantener esta posición, aseverando que aun cuando parece que, en efecto, el mundo se está calentando, no hay ninguna prueba convincente de que los seres humanos sean los responsables del cambio. Y él parece estar particularmente convencido de que las compañías productoras de petróleo y carbón que tanto le han apoyado, jamás podrían tener algo que ver con todo esto.
Otro argumento relacionado que han utilizado los negadores es que, efectivamente, el calentamiento global parece real, pero probablemente eso sea bueno para nosotros. Y añaden que, por supuesto, cualquier esfuerzo por detenerlo sería, sin dudas, perjudicial para la economía.
Pero el argumento más reciente -y, en mi opinión, el más ignominioso- propuesto por los opositores del cambio es éste: sí, está ocurriendo, pero realmente no hay nada que podamos hacer al respecto, así que bien podríamos quedarnos de brazos cruzados. Esta facción favorece la continuidad de la práctica de seguir emitiendo contaminación relacionada con el calentamiento global a la atmósfera, aun cuando reconocen que la crisis que eso está produciendo es real y perjudicial. Su filosofía parece ser "comamos, bebamos y pasémoslo en grande, ya que mañana nuestros hijos heredarán lo peor de esta crisis; resulta demasiado incómodo tomarnos la molestia".
Todas estas lógicas cambiantes dependen, habitualmente, de la misma táctica política subyacente: afirmar que la ciencia tiene incertidumbres y que hay serias dudas acerca de los hechos básicos.
Tenemos que escoger algo diferente: hacer del siglo XXI un tiempo de renovación. Aprovechando la oportunidad que esta crisis encierra podemos liberar la creatividad, la innovación y la inspiración que son parte de nuestra herencia tanto como lo es nuestra vulnerabilidad a la codicia y la mezquindad. La decisión es nuestra. La responsabilidad es nuestra. El futuro es nuestro.
La Tierra es nuestro único hogar. Y es lo que está en juego. Nuestra capacidad para vivir en el planeta Tierra, para tener un futuro como civilización. Creo que ésta es una cuestión moral
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